martes, 18 de septiembre de 2018

EQUÍN (que no Ecón) DE LA QUEDADINA DE SEPTIEMBRE

 Con permiso de la autoridad y sin que el tiempo lo impidiera, se celebró este sábado la quedada correspondiente a septiembre. Tras esta estúpida explicación, a medias, del título, paso a explicar la otra mitad: equin, porque va a ser muy corto, quedadina porque no voy a decir que éramos cuatro gatos, éramos seis.
Junto a los habituales como Eladio, Juan Luis, Carmen, Chema y la cosa larga de barba, o sea, yo, pudimos ver al Peque que, por un día, decidió salir del ñeru y venir a hacernos compañía. Funto y afarte.
La cena...lo habitual, casi todos los platos a gusto de los comensales. Las tartas del postre...de pecao mortal, como siempre.

En cuanto a la velada musical...en fin, con los mimbres que había, se hicieron los cestos que se pudo. Y no fueron pocos. Ni malos, a ser sinceros. La cuerda, por una vez mayoritaria, integrada por el Peque, Eladio y Juan Luis, arrinconó sin problema alguno a los soplones en una esquina. Chema y yo nos defendimos como gatos panza arriba y conseguimos hacer casi tanto ruido como ellos. Temas hubo que hasta bien sonaron. Curiosamente, se escucharon temas antiquísimos, del tiempo 'e ñaupa, folclore "raíz" que dirían algunos, o sea, los primeros temas que aprendimos y que siempre valen para relleno, como el picadillo.

Entre música, algo de alcohol, risas y planes para la corderada de octubre, la gente de La Posada Blanca, asaz amables ellos, lograron que cada mochuelo se fuera a su olivo y cada uno de nosotros al coche pertinente.

4 comentarios:

  1. Y además de lo bien que lo pasamos, hubo regalos en "la fiesta de San Benito": unas preciosas maracas para el IncaPaz, que ya tenía bastante con el charango. Ahora, amigo mío, ya puedes ir ensayando porque esos artilugios son cualquier cosa menos fáciles de usar. Claro, pasa lo mismo con toda la percusión: todo el mundo cree que puede tocar estos instrumentos como si tal cosa y NO. En cuanto a la guacharaca (ahora ya sé decirlo a la primera :-D )pues parecido. He visto unos videos por youtube y...en fin. Por cierto, la guacharaca es un ave también que se encuentra en el noroeste de Colombia y norte de Venezuela. Otra cosa que aprendí.
    El Peque llegó con un disco de Los Jairas de allá por el año 1978 rondándole en la cabeza y con una canción muy concreta que andaba buscando: "El Chapaco preguntón" así que de nuevo la biblioteca con patas en que se ha convertido Chema, fue en su ayuda. Ahora, gracias a ellos dos, tenemos un par de discos más en nuestro haber (o al menos en mi caso es así, ya sé que muchos de vosotros tenéis un arsenal musical): "Canto a la Vida" (1978) y "Los Jairas en Vivo"(1976), ambos descatalogados. Me han dicho que la versión de "Vírgenes del Sol" no ha sido superada por nadie. ¿Qué opinaís? Muchas gracias, chicos.

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  2. Divertida quedada, los ausentes se lo están perdiendo, y lo que es peor.... cuando pretendan regresar estarán completamente oxidados.
    Allí nos plantamos los de siempre, a eso de las 21:30, La Posada repleta de gente, pero no, no esperaban por nuestra actuación, simplemente estaban llenando la barriga (totalmente recomendable el sitio para semejante tarea)
    Conseguimos juntar seis unidades y un despliegue de artefactos bastante considerable, sin perjuicio (que dicen los juristas) de emular todos los cachivaches que consigue reunir Pepe.
    Como bien apunta Jose, por una vez la cuerda estuvo a la altura con las defensas listas para el ataque sin piedad de "esos del viento".
    Así pues entre Eladio, El Peque y este inútil que escribe, opusimos una férrea defensa a los constantes ataques de la parte ventosa.
    Destrozamos algunos temas y otros conseguimos dejarlos totalmente irreconocibles y si con eso no nos conformamos, dimos estreno a los regalos traídos por Chema allende los mares: léase una guacharaca y unas maracas llaneras (todo ello de una encomiable calidad.... los instrumentos, digo)
    Casi sin darnos cuenta fueron pasando las horas, los temas y a lo tonto a lo tonto nos dieron las tres de la mañana, hora en la que decidimos que el martirio había sido bastante severo y consideramos dar por concluída la tortura a la que nos sometimos y de paso liberar a Marino de la misma (pobre)
    Y esto, esto es todo amigos.

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  3. Quedada prestosa, que ya habían pasado 100 días de desierto sonoro y había ganas. El Inca muy pero que muy capaz, como siempre, y ayudándome a sacar a uno de mis charangos de su hibernación de más de 25 años. Ahora falta que también lo hagan las habilidades musicales de su propietario: siempre fueron paupériimas y además llevan hibernadas por ahí...
    Y hablando del siglo pasado, afortunadamente el Peque y yo empezamos a recordar los cassettes que le grabé allá por los inicios de los 80, de LPs traídos de Bolivia de los Jairas, Savia Andina, Ruphay. Por entonces este carcancha todavía estaba en el mundo de los vivos... El Peque añoraba una vieja canción de aquellas cintas perdidas que me tarareó, y algo se revolvió en el sistema límbico de mis momificadas cuatro neuronas cerebrales. Conocía esa canción, muy guapa, y me di cuenta que esos discos eran muy buenos, los tenía sin digitalizar y hacía un tercio de siglo que no los escuchaba, así que gracias al Peque me piqué y en cuanto pude me puse a pasarlos a Cd (como sabéis, os envié el enlace de descarga). Son un par de LPs como decía Carmen, de 1976 y 1978 con unos cuantos temas memorables, algunos son obras maestras como Mama Crisó (tiene un pizzicato de sikus fantástico), La Bilinga, La charla del Jilakata, Pena India/Pandilla, Los Refranes, Trotecito, Chapaco preguntón, etc, etc. Y bueno, por supuesto la Tapacarita, solo ejecutable bajo intensas dosis de alcohol u otras drogas euforizantes. Rellené el CD con un par de temas de otro disco de los Jairas, dos clásicos de 1970: El imán de tus ojos y Vírgenes del Sol. Fueron dos temas que están entre mis recuerdos más antiguos de mis primeras audiciones de música andina. Y francamente creo que nunca nadie superó esa versión de Vírgenes del Sol, al menos para mi gusto.
    Bueno, en definitiva, que gracias al Peque saqué a esos dos discos magníficos de la hibernación. El caso es que tengo muchísimos más, pero lo que no tengo es tiempo para seguir con la labor. Ya sabéis que este mundo de ultratumba nos tiene a los carcanchas muy ocupados. Por eso cuando surge alguna disculpa para digitalizar algo, como esta vez, es una suerte.
    Por último, la velada musical resultó divertida, con la maestría de Inca Cápaz, Eladio, las esporádicas intervanciones del Peque, nuestra nueva guacharaquera (que se lo toma tan a pecho que mete la guacharaca hasta en un Yaraví) y los vientos de José THC, que en alguna ocasión un servidor tuvo que ajustar con las imprescindibles disonancias que mi maestría logra a través de rebuscadas ventosidades (orales) fuera de tono.
    Bueno, vuelvo al inframundo, que me reclaman...

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