sábado, 29 de septiembre de 2018

El duende factor o el factor duende.

Era el mes de Noviembre y llegamos a Paris, la ciudad de la luz,de los amantes y del hada verde... pero en este viaje era sobre todas las cosas el pueblo en el que vivía Don Milton, el señor Zapata. Salimos del hotel muy temprano, y nos dirigimos al distrito universitario, nos pareció un barrio precioso, con mucha luz, muchas flores en las fachadas de las casas, realmente iba a ser un dia mágico, Paris en Noviembre y con un sol brillante ya te va dando pistas... Buscamos la 79 rue Brillat Savarin, era una calle larga y empezamos a recorrerla justo por el lado más alejado del número que teníamos que encontrar, caminamos un buen rato pensando que tal vez nos habían dado mal la dirección, pero Juan se paró un momento a escuchar y dijo: "es allí", de una ventana salia la melodía   de El corazón del Rey Inca. Llegamos a la casa, picamos y¡ nos abrió un duende!  Juan ya le conocía, pero yo no y  esa fué la primera impresión que recibí.  Era un hombre viejin, un poco encorvado, con el pelo blanco y con una dulzura en la mirada que te hace sentir inmediatamente que pisas buena tierra. Nos abrió su casa como se le abre la casa a alguien familiar, nos presentamos y desde ese momento yo me instalé en la ensoñación, muy consciente, de que estaba siendo testigo de un reencuentro entre dos personas que aman profundamente las mismas esencias, aún teniendo orígenes tan dispares... Andaba D. Milton reparando quenas de los Bolivia Manta, " las maltratan, siempre las andan estropeando",en ese momento Juan le enseñó una de sus joyas más preciadas, aquella flauta que Zapata le había construido a medida en el año 1.979 y que D. Milton tenia registrada con las medidas correspondientes, en una libretina muy vieja,como Juan Gijón. Jamás había visto una obra suya con tantos años de uso(28 años) y sin un solo rayón¡¡ Pasamos todo el dia con él y volvimos al dia siguiente, quería convencer a Juan de que nos quedáramos a vivir con él, "yo te enseño a fabricar, tú lo vas a hacer bien, detrás de mi no viene nadie, tengo mucho sitio en la casa ..."  Aquel no era el momento y nos volvimos a Gijón cargados con toda la producción de aquel pequeño duende factor que fabricaba flautas con un toque tan mágico y tan amante, que tienen la facultad de enganchar a su sonido a todo aquel humano bueno que las escucha y de volver loco, más todavia, a los flautistas buenos que las hacen sonar. No descanse usted Sr. Zapata, siga desde esa dimensión luminosa en la que se encuentra, con la tecla del La pisada en su casio, a ver si consigue en algún momento que las músicas de los pueblos lleguen con toda su dignidad a inundarnos.

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