domingo, 12 de marzo de 2017

ECOS DE LA QUEDADA DE MARZO DE 2017


Queridos lectores, celebrose la quedada correspondiente al mes de marzo.

Ni la ausencia del núcleo duro de este ayllu, ni la climatología adversa, ni nada ni nadie han podido doblegar al Frente Andino de Liberación. ¡Yeah!

¡Qué pocos éramos pero qué bien lo pasamos! Llegamos a eso de las nueve Jose y yo, como los abnegados camilleros de Sturmtruppen, llevando una cantidad de trastos inversamente proporcional a los efectivos que finalmente íbamos a reunirnos: bombo, quenas, quenachos, sikus, guitarra, charango…¿para qué tanto?, preguntaréis ¿locos? Ni idea, pero cuando todo se pone en contra, nos da por reirnos hasta del mismo diablo.

Poco después llegaron Pilar y Jose Luis “El Peli”, como siempre, de humor excelente y buena conversación. Este último portaba un siku de la firma Zapata, que despertó recuerdos entrañables durante la cena tanto a Jose como a Chema. Jose parecía que se había reencontrado con un viejo amigo, mientras Chema nos contaba que ese siku lleva grabada una imagen preincaica, algo así como un “logo” que pretendía ser imagen de un incipiente grupo de música andina que se gestaba en el sótano del local de El Peli y que, por distintos motivos, no llegó a ver la luz. Estamos hablando de los años ochenta.

A eso de las diez y media nos dispusimos a cenar. En este apartado y de manera unánime, felicitamos a La Posada Blanca por la calidad de su servicio, por ser tan amables, por hacernos felices con esa comida maravillosa que el bueno de Jose siempre nos sirve con una profesionalidad inmejorable y una sonrisa de oreja a oreja. Ole, ole y ole.
Empezamos a cenar pidiendo un par de raciones de mejillones al vapor made in Costa da Morte. Tremendos, en su punto, como siempre.
Seguimos con unas gambas al ajillo, hermosas como ellas solas y riquísimas también. Para beber nos pareció buena idea pedir una jarra grande de cerveza con limón aunque yo creo que ese recipiente pierde por algún sitio. A los cinco minutos allí no había líquido alguno. Tuvimos que repetir.
Pero amigos, lo que personalmente me encantó y nos dimos el gustazo de comer abundantemente fueron unos oricios que estaban de morir. Llenos, de tamaño adecuado y sabor incomparable. Julio Camba en su libro “La casa de Lúculo o el arte de comer” escribíó: “No hay marisco que sintetice el mar de un modo tan perfecto como el erizo: al primero que uno se toma, la boca no se le hace simplemente agua, se le hace agua de mar, con todos los olores y sabores marinos”. Creo que no se puede expresar de mejor forma lo que sucede al comer este manjar de dioses.



¿Postres? ¡Qué cosas me preguntas! Tarta de nuez o de almendras. Chupitos y gin tonic.

Bueno, bueno bueno…¿visteis el partido del Barça contra PSG? Pues eso fue lo que sucedió en el apartado musical.
Yo, insensata, me subí al autobús con guitarra y charango sin saber muy bien por qué, sobre todo el charango. Pero pensé..¿y si lo toca El Peli? ¿eh? hala, me lo llevo. Chema se llevó su siku y toda esa batería de pulseras y maracas que conocéis. Y así empezamos por lo que a todos les pareció más sencillo para mi: huaynos. ¡Hay que ver lo que hace la necesidad! Me puse a arpegiar como pude y allí mismo, excelentemente acompañada, se cometió el primer asesinato de la noche. No contentos con eso, después de haber probado la primera sangre, no pudimos contenernos y le dimos a unos cuantos temas más. ¡Qué escándalo! ¡Delante de todo el mundo! Pues si, queridos, querer es poder. O algo.
Y así íbamos haciendo las cosas cuando, sorpresivamente (en realidad avisados de nuestras reuniones mensuales por Jose, el camarero), se sumaron a la masacre tres personas más: Paz, Tomás y Marino. Parece ser que los dos chicos saben un montón de música, tocan algunos instrumentos aunque creo que ninguno andino. Pero Tomás traía su guitarra. Y también un charango, comprado en su último viaje a Paraguay y quizás con la idea de enseñárselo a Inca Paz y charlar un poco con él. Así que se sumaron al lío y eso hizo que nuestras fuerzas aumentaran. Pilar, Paz y yo misma cantamos todo lo que se nos puso por delante. Hasta Chabuca Granda hizo su aparición con dos temas legendarios y hermosísimos como son “La flor de la canela” y “Fina estampa”. Chema le dio al bombo y al siku, Jose a todo lo que se movía y El Peli al siku y al charango.
El partido acabó 6-1 y eso que el Sr. Pedrerol nos había enterrado tres minutos antes del minuto noventa. Infeliz. No sabe con quién trata.
Inca Paz apareció brevemente en el WhatsApp para saludarnos y así pude enviarle su ración de huesos de San Expedito, que tan amablemente nos regalan en La Posada.
Nos fuimos de allí pasadas las dos y cuarto de la mañana, con la satisfacción del deber incumplido.
Os echamos mucho de menos.