Asistieron: Juan Cánovas y Marián, Carba y Marisa, Tino y Giovanna, Toni (Incahuasi), Enrique, Plácido y Paco (Llegado desde el altiplano leonés) Geni y yo. También tuvimos el honor de contar con buenos amigos de Horacio, como Jose y Pili, Jose Sésar (El Peque), Belén y de la hija de Horacio, Henar.
Antes de la cena se interpretaron algunos temas, sobre todo de los preferidos por Horacio y nuestro compañero Tino Brodard recitó de forma muy sentida el poema "La guitarra de mi amigo", que fue seguido con gran respeto por todos los presentes
LA GUITARRA DE MI AMIGO letra: Mario Alessandrini música: Pablo Spinetti / Noelia Chialvo En un estuche de luto duerme muda la guitarra; se ha poblado de silencios todo el vientre de su caja, su diapasón muestra huellas de quien ayer la abrazaba como acurrucando sueños que hoy son tristes añoranzas.
Ya no siente la tibieza en su silueta lustrada, ni el latir del corazón de su dueño en madrugadas… se quedó huérfana y sola por eso no sueña y calla.
En otros tiempos vistió de mil acordes su estampa, se estremeció de armonías, fue chamamé en la bailanta y un rasguear de chacareras entre el barullo de palmas.
Se desveló de canciones y amigos, en mesas largas, fue novia de amaneceres retornando hasta su casa… Confesora… y confidente entre música y palabras.
Fue alegría en las reuniones, reflexiones, al pulsarla… “porque la música es vida y cura las cosas malas”.
Un arpegio quedo trunco cuando la noche llegaba y fue un hueco de silencios su caja de resonancia, la guitarra de mi amigo… sin mi amigo… no era nada.
La tomé entre mis brazos y fue su caja lustrada el espejo donde vi … el brillo de mi mirada.
Aflojé en el clavijero las seis voces encordadas, han de volver a sonar con el tiempo y la distancia en las manos de su nieto si es que él decide templarla… La guitarra de mi amigo… hoy simplemente descansa.
El poema parecía haber sido escrito a la memoria de nuestro amigo Horacio. Chapeau, Tino.
La cena fue abundante... pantagruélica más bien... Por la mesa fueron desfilando: Costillas al ajillo, calamares, fritos de merluza, morcilla de matachana,
y...,
y...
y.....
¡PATATAS TRES SALSAS!!!
Y para terminar, unos chipirones "afogaos" que estaban riquísimos.
Después de la cena, pelamos de nuevo las guitarras y seguimos cantando.
La verdad es que el espíritu de Horaci parecía estar entre nosotros, pues se armó un corro en el que todo el mundo cantó cuanto quiso. Cierto es que hubo más "argentinadas" y menos andina que de costumbre, pero la gente se mostró muy contenta.
Capítulo aparte merecen las interpretaciones de Henar, con su excelente voz.
A eso de las dos de la mañana nos fuimos. Un nuevo "10" para nuestro nuevo alojamiento "La Posada Blanca", por su trato, la comida, los precios, el lugar que nos reservan y la hora de cierre (en realidad lo dejamos por cansancio, pero no porque ellos cierren).
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