domingo, 6 de noviembre de 2011

Ecos de la quedada de noviembre

Se celebró ayer, día 5, la quedada correspondiente al mes de noviembre. Los participantes fueron: Marisa y Carba, Marian y Juan Cánovas, Susana y Manolo, Toni y Julia, María José y Pepín, Jose Valle, Pepe (Belén no pudo asistir por razones académicas) y Geni y el que esto suscribe. También estuvieron un grupo de parientes de Carba (entre ellos, su hermana) y Martín y su esposa, que nos acompañaron a cenar.

En cuanto a nuevos instrumentos, Toni (Incahuasi) apareció con una quena Zapata que está pensando en comprarse y que es, en sí misma, un verdadero tesoro. Lo que contiene ese cofre será él quien lo tenga que anuciar, pero es algo fuera de serie. Una verdadera revolución...

En el apartado musical, antes de la cena se escucharon variados clásicos andinos. En esta parte contamos con la intervención de Juan Cánovas, que se arrancó con el charango y el bombo, apuntando buenas maneras. En la segunda parte, tras la cena, hubo más espacio para zambas y otros temas argentinos. Se volvió a producir la interpretación del clásico "Venceremos" (aprovechando, antes de que llegue el día 21...)

Y ahora viene la parte gastronómica. Lo que voy a escribir a continuación es exclusivamente mi opinión. Puedo estar equivocado.
A mi juicio, la dirección del restaurante donde nos reunimos (omitiré voluntariamente citar su nombre) debe ponerse las pilas rápidamente.
Hay bastantes cosas mejorables, tanto en la calidad de la comida como en la atención: Las costillas vinieron bastante secas, incluso algunas no tenían que haber sido presentadas en un plato. Los mejillones (bastante flojitos de sabor) traían varias cáscaras vacías y luego, el servicio fue francamente mejorable. Es posible que venga dado porque sólo había una camarera para todos los comensales -creo que 12- que éramos, pero no es de recibo que no se recogieran los platos de la comida antes de servir los postres, o que nos hayamos ido de allí cerca de las dos de la mañana y quedarn si recoger todos los platos de los postre e incluso alguno de los de las costillas. Sinceramente, da muy mal aspecto.

Y claro, todo esto tiene su repercusión en la clientela, que ha bajado muy considerablemente.
El restaurante en que nos cobijamos está en caída libre. Y es una pena, porque el sitio está bastante bien.

Se me olvidaba algo MUY importante: Manolo se ha comprometido -sí, sí, yo le he oído- a elaborar un cancionero que recoja todo el acervo de canciones obscenas y procaces que se suelen interpretar durante las quedadas. Será un bombazo editorial de proporciones insólitas. Esperemos que esté a la altura de las anécdotas que nos contó durante la cena, relativas a sus "apretadísimas" relaciones con la cocina de autor y los efectos que varias veces ha provocado en su equilibrio gastro-intestinal.

Y nada más. Lamento que esta crónica se haya convertido en una anticrónica gastronómica, pero es así como lo veo. Se admiten discrepancias y comentarios.

3 comentarios:

  1. Pues para la tranquilidad general, deciros que a unos 50 metros de donde nos estamos haciendo Belén y yo la famosa casita, hay un restaurante con muy amplio aparcamiento, que tiene un comedor acristaldo, con un pinta pro-quedadas que... tela marinera!. Si la cosa se pone mal, podemos indagar ahí. Se llama El Rexidor, en la carretera del Avilés al Cabo Peñas.
    Saludos.

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  2. En la tercera foto, la de los tres cipreses y los columpios, al fondo se ven unas casas y una panera del otro lado de la carretera. Bien, pues justo detrás está la obra...

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